domingo, 3 de mayo de 2015

Los cátaros, movimiento rebelde de la Edad Media

En la Europa de la Edad Media existió un movimiento, el cual se antepuso ante la religión católica apostólica y romana, llamado el movimiento Cátaro. En este blog, he expuesto dentro de la pestaña de contexto histórico, algo al respecto; ya que hace parte de toda la investigación que he realizado acerca del orígen del gotismo. 
Los cátaros son los primeros revolucionarios religiosos por así decirlo, porque nunca compartieron las doctrinas impuestas  por el santo pápa y del clero en general. Su principal doctrina contenía dos principios fundamentales y contrapuestos, el Bien y el Mal, que representaban respectivamente, la parte espiritual del hombre, contra el mal, representado por el diablo en todo lo material, que se consideraba impuro. 
Esta doctrina, quizás para ustedes, mis queridos lectores, es que no se diferencia nada de la religión católica pero, lo que ustedes no saben es que para los cátaros, la Iglesia Católica era el mismo Diablo, Demonio, Belcebú, etc. Ellos veían como la ambición de los miembros que dominaban tal ministerio, no les interesaba el poseer un alma pura y seguir las enseñanzas de Jesús, sino que veían como la Iglesia se satisfacía robando y llenandose de riquezas para sí misma, y para sus propios beneficios. 



Los cátaros, tuvieron una gran influencia, tanto hacia el pueblo llano, como para la burguesía, y los grandes señores, que veían en el movimiento cátaro, una forma de oposición hacia una Iglesia de Roma, de un acervado dogmatismo impositivo, no aceptando otra cosa mas que, estar dentro de la iglesia, o contra ella, lo que significaba ser tachado de hereje; a parte de que tanto las gentes del Languedoc como los mismos cátaros, denotaban a los católicos, por sus licenciosas maneras de comportarse y la relajación de las buenas costumbres.

Los cátaros en contraposición, ofrecían una vida dentro de una moral tal y como fue enseñada por Jesucristo, al modo de los primeros cristianos, respetando las costumbres ajenas, como cualquier creencia a parte de los mismos cátaros, respetando la vida de sus semejantes, dominando todo el territorio occitano de forma pacífica, dando categoria profesional a los artesanos, por lo que todo ello entró bien en la mentalidad, de los poderosos y todas sus gentes en general, viendo con buenos ojos, diferenciación que existia con respecto al norte de Francia, inmersa constantemente en guerras contra los ingleses, arruinando las arcas reales.

La designación de cátaro, fue creada por el canónigo renano Eckbert de Schönau en el año 1163 como un cultismo, haciéndose eco del latín cati o catiers (en francés), proveniente esta acepción del griego catharos, que significaba, puros.

Los mismos cátaros nunca se llamaron a si mismos puros, como tampoco “perfectos” sino que genéricamente adoptaban el nombre de apóstoles, cristianos, o bien Verdaderos Cristianos, Buenos Cristianos, Buenos Hombres y Buenas Mujeres. El apelativo de cátaros, fue impuesto por la Inquisición a modo peyorativo, o significativo de infamia, desprecio, o bien como un insulto hacia la herejía cátara.

Por lo que en la actualidad el nombre de cátaro, tiene un significado bien claro, definido, y entendible para todo aquel interesado sobre el tema que nos ocupa.

Se ha de entender el catarismo como un movimiento religioso, hacia una concepción humanística en la tendencia a un purismo, que precisamente, en el cristianismo romano u ortodoxo griego no existía, por causa de la relajación moral. Los cátaros predicaban la pureza del alma y los sentimientos humanitarios hacia los demás, sin perseguir metas políticas, económicas ni religiosas, sino un movimiento auténtico hacia la perfección del individuo, que fue abarcando, a gran parte de la sociedad europea, de buen acogimiento tanto por el pueblo en general como a muchos caballeros y príncipes. Tanto es así que las altas jerarquías políticas y eclesiásticas, vieron peligrar sus estatus, poniendo todo su poderío en la destrucción de los cátaros.

Las herejías, antiguas si bien no representaban un serio peligro para la Iglesia; y por tanto los cátaros iban adquiriendo adeptos a su doctrina. El mundo medieval, seguía su curso, eso no significa que no hubieran ya persecuciones en tiempos de Carlomagno; no obstante los cátaros vivían en el aspecto social, con gran libertad de movimientos, puesto que otras herejías preocupaban mas, de momento, pero con el crecimiento de adeptos a los cátaros, ya el Papa Lucio II, junto con el Emperador Barba Roja, por el año 1184 empezaron a preocuparse, pronunciándose contra las nuevas religiones como la cátara, hasta que el Papa Inocencio III, fundó la Inquisición como arma religiosa, iniciándose la persecución de los cátaros de forma mas activa, adhiriéndose a estas persecuciones el rey de Francia Felipe Augusto.





Los padres de la Iglesia romana y griega, catalogaron a los cátaros, como herejía, tomando el sentido etimológico, herejía, por una “elección” cristiana, en el sentido ilícito de los textos sagrados, que debían ser admitidos globalmente, ya que era tomado el movimiento cátaro como una reforma inaceptable, como lo fuera siglos después el luteranismo, el cual tuvo fuerza y poder para separarse de la Iglesia tradicional, cosa que no ocurrió con el catarismo, el cual se convirtió en una religión muerta, al no existir un vínculo sagrado por medio de un clero que uniese a los creyentes con Dios.

Cosa es bien sabida que durante los dos últimos siglos de la Edad Media, la “Iglesia Oficial” se ocupó en destruir todo posible vínculo. Y solo gracias a la documentación que se ha podido salvar de los cátaros, se puede hoy día, ofrecer un panorama más o menos completo de aquella época.

Cataluña fue una de las cunas del catarismo. Llegando desde los países eslavos en la frontera de los siglos XI y XII, antes de las persecuciones, y se difundió en los territorios de Cataluña, Aragón y toda Europa, en todos los estratos de la sociedad; habiendo recibido gran apoyo nobiliario y de la gente sencilla. Uno de los nobles más conocidos fue el vizconde Arnau de Castellbò. Los elevados ideales cátaros influían y contribuían a la formación de la cultura y del arquetipo europeo, de las ideas de libertad y democracia.
En Cataluña vivieron los últimos Perfectos cátaros, como Guillem de Bélibaste. Bélibaste fue traicionado por su ayudante al ir a Francia a través de Lleida, Tortosa y Castellbò, a dar el consolamentum a una moribunda cátara. Él acabó quemado vivo en el castillo de Villerouge-Termenès en el año 1321. Antes de morir él dijo su famosa predicción: “Dentro de setecientos años el laurel reverdecerá”. Y hoy día es la hora de su realización.



Rutas y Castillos Cátaros





En tiempos actuales, al parecer el catarismo ha renacido como un estilo de vida, una filosofía y pensamiento. En donde el hombre es completamente humanista, comprendido como la espiritualidad del amor puro y libertad plena, dirigida a la Divinidad Celeste que eleva el alma hasta la dignidad divina.
Esta espiritualidad es ajena al dogmatismo y al espíritu de la rutina ritualista. Abre el potencial de la ascensión espiritual, que permite superar los límites de la existencia tridimensional y alcanzar la vida auténtica.

Con este artículo, no deseo hacerlos conversos a ningún tipo de religión; es sólo una contraposición histórica en la cual se denota que un movimiento como el de los cátaros ha podido influenciar de cierta manera a la subcultura gótica, en el sentido en que este pensamiento crea una conexión con la llamada intelectualidad e iluminación hacia la pureza del verdadero conocimiento. Es importante decir, que los cátaros hacen parte de un contexto histórico, el cual aún se siente en la actualidad, como una interpretación de que aún en la vida moderna los góticos son los nuevos cátaros; en la forma en cómo vemos el mundo, ya que no pertenecemos a las doctrinas normales y cotidianas que cualquier otro individuo maneja a diario, porque vemos el mundo de una manera diferente y dentro de otras perspectivas. 

Espero haya sido de su agrado este artículo. Por último les dejo un audio de la historiadora colombiana, Diana Uribe, acerca de Las Cruzadas en Francia. 

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